
Pequeña regalo del cielo…
encantadora de corazones
y ladrona de miradas.
Pequeña princesa…
entre tus ojos se logran entrever tu luz…
… luz que refleja una inocencia y alegría contagiosa
y que sin duda se refleja a kilómetros.
Tus rizos juegan con tu sonrisa
ahuyentando la pena ajena
logrando convertirla
en una alegría común.
Inocente rebeldía…
que opacas con tu ternura,
diciendo: “Si, Miss. me portare bien”
promesa que olvidas, al dar la vuelta…
pero tu mirada desarma la batalla.
Luego, tu dulce mirada, que pide complicidad
y se rebusca por una aprobación.
Chiquilla, conquistadora y domadora…
de corazones, de mi corazón.
Si pudiera regalarte algo…
te regalaría la forma que permita que permanezca
el brillo en tu mirada.
Si con mis letras pudiera hacer un retrato tuyo, lo que diría es:
Linda princesita, de brazos acogedores,
sonrisa contagiosa e inocente,
mirada tierna y domadora,
palabras sencillas y penetrantes,
manos suaves y traviesas,
besos y abrazos sinceros e idóneos…
corazón puro, inocente y maravilloso.